Etiquetas
#clientes, #comunicación, #eventos, #imagen, organización de un evento
Los eventos se celebran por muchas razones: para fomentar la motivación entre los empleados o públicos internos, para generar negocio con los clientes actuales y potenciales o para trasladar un mensaje a través de los medios de comunicación. Pero también para interaccionar con nuestros públicos en la búsqueda de confianza y empatía hacia nuestra organización.
En los eventos de hoy, se traslada la imagen de marca directamente a los públicos y se ofrece lo mejor de la empresa o institución para que experimenten en primera persona los beneficios de nuestro producto o servicio. Los congresos, encuentros, jornadas de puertas abiertas, ruedas de prensa, demostraciones, desayunos informativos, propuestas de street marketing, almuerzos o cenas informativas, entrega de premios, acciones de responsabilidad social, lanzamiento de nuevos productos, etc., se convierten en una herramienta complementaria de otros formatos publicitarios tradicionales. Como dice Hauser (2010): “Somos criaturas sociales. Los humanos contactan con humanos. No abrazamos a las pantallas de televisión ni a las radios. Interactuar con una persona en una experiencia de marca en vivo y crear una conexión con esa persona permite guiar al consumidor a una experiencia relacionada con un producto o marca”.
Pero cabe tener en cuenta que un pequeño error en la organización de un evento puede echar al traste los objetivos y esto también adquirirá mucha visibilidad. En la era de la intercomunicación todo se magnifica, fundamentalmente los fallos. En este sentido, el anfitrión debe ser coherente con la invitación y esto se tiene que manifestar tanto en el mensaje como en el diseño del acto. Las personas acuden de “buena fe” al evento, por tanto, no hay que ofrecerles cortinas de humo, lavados de imagen o que se sientan utilizadas para otros fines diferentes a los que se les convocó.